sábado, 9 de octubre de 2010

85 = 13

Valle de Bravo, la cuna de mis recuerdos. Estar en casa con mis padres no era algo tan placentero como ir a casa de mi tío en Valle de Bravo. Todavía regreso de vez en cuando al oler el bosque recién mojado con las aguas de tritón o con aquel olor a gasolina vieja. Ahí, esa misteriosa cabaña de madera con un jardín impresionante. El molesto sonido de las voces de mis papás se disuelven con los choques de las bolas de billar. Yo entro al enorme taller de mi tío Hernan (aunque ahora que recuerdo es bastante chico). No tengo idea para que son tanta herramienta. Cuando sea grande voy a saberlo y poderlas usar todas. Mi tío me carga y me explica todas las dudas que podría tener, arregla su moto y se ve tan fácil, ¡yo lo quiero hacer!

Llego a mi casa, hago lo que hizo mi tío. Viene el regaño de mi papá porque no sé armarla de nuevo. Estos regaños siguieron por años pero hoy, gracias a él lo hago a su imagen.

No hay comentarios: